Hablemos de ética profesional

Hablar de ética ha sido cada vez más frecuente en las últimas décadas, escuchamos referencias a la ética en los medios de comunicación, en los discursos políticos, e incluso se promueven programas de formación ética en centros educativos y lugares de trabajo. Pero:

¿Qué es la ética?

Esta pregunta básica se la formuló el ser humano desde la antigüedad, y existen múltiples documentos filosóficos abocados a definirla, sin que a la fecha se haya logrado alcanzar una definición inequívoca y aceptada por la colectividad, sin embargo, existen puntos coincidentes. Podemos afirmar que la ética se basa en los principios y valores personales y morales que rigen el fuero interno de cada persona y que la unión de dichos principios y valores forma la ética de un grupo social.

Aprendemos los valores éticos de la sociedad en que nos desenvolvemos y los interiorizamos, pero de manera selectiva; en consecuencia, hay individuos que interiorizan unos valores y rechazan otros.

Igualmente, como sociedad poseemos una escala de valores, de tal manera, que se escogen aquellos que se consideran más relevantes para aplicarles sanciones. La gravedad de la sanción dependerá de la prioridad que se le otorgue al valor vulnerado con la conducta del individuo.

La ética es vivencial, se aprende por modelación, en este caso la formación en valores que recibimos en nuestras escuelas cumple un papel reforzador, dado que la ética no se aprende de memoria, sino que se vive y se aplica en todas las labores cotidianas.

Su formación y ejecución inicia en el seno del hogar, pero posteriormente se desarrolla en los centros educativos, en los lugares de trabajo y en los lugares de reunión social y religioso.

La ética nos acompaña en todo momento y en todas nuestras facetas, sea como miembro de una familia, como miembro de un equipo de trabajo o social, como feligrés de una congregación religiosa, por lo que se pueda afirmar que define realmente quiénes somos. Ahora

¿Para qué sirve la ética?

Otra pregunta que ha demandado cientos de páginas de escritos tratando de resolverla, sin embargo, de manera sencilla se pueda afirmar que la ética sirve para crear reglas de conducta que busquen el equilibrio y armonía en el ámbito social.

Pensemos, si todas las personas actuáramos de manera ética: respetuosos, honestos, responsables ¿Sería necesario tener leyes? Probablemente no, si todos fuéramos honestos no existiría la necesidad de penalizar el delito de falso testimonio (mentir), ni tipificar los delitos de estafa, hurto o robo (robar), entre otros.

Pero la realidad nos evidencia que, como sociedad, no respetamos estos valores y principios, y de allí la necesidad de contar con una ética social que nos brinde las pautas de conducta aceptadas y ponga límites a nuestro actuar para lograr un equilibrio social.

Valga señalar que la ética y la ley se encuentran íntimamente vinculadas, no obstante, la ética es mucho más amplia. Las leyes recogen muchos principios éticos, pero no todos. De allí la frase que dice que una conducta puede ser legal pero no necesariamente ser ética.

Dado que la ética abarca todas las facetas de nuestra vida, es necesario hablar de la ética profesional.

¿Qué es la ética profesional?

Aún cuando existen cientos de definiciones sumamente completas con múltiples aristas y basadas en investigaciones sociales, podemos afirmar, en palabras sencillas, que la ética profesional es la ética individual, los principios y valores que cada uno posee en su fuero interno pero aplicado en el ámbito profesional.

De tal manera, que la ética profesional se basa en la ética personal, pero tiende a ser más normalizada. Así como no todos los miembros de una sociedad actúan en siempre de manera correcta y surge la necesidad de contar con leyes que nos indiquen cómo actuar y las sanciones de su incumplimiento, igual sucede en el ámbito profesional y de allí la necesidad de contar con Colegios profesionales, códigos de ética profesional, fiscalías y similares.

Cada gremio posee su propia ética profesional, con los valores que deben prevalecer en su ejercicio profesional y difieren entre grupos profesionales. A manera de ejemplo, pensemos en un proceso penal en donde se juzga a una persona por homicidio. La ética del psicólogo demanda que sea más abierto a los sentimientos del enjuiciado, busque sus motivaciones personales y determine si posee algún trastorno de personalidad o enfermedad mental, debe enfocarse en el enjuiciado como persona; mientras que la ética de un perito forense demanda más objetividad, dejar de lado los sentimientos y explicar cómo se llevó a cabo el delito, cuál fue el arma empleada, y cómo sucedieron los hechos; y finalmente, la ética de un juez demanda imparcialidad, valorar las motivaciones personales y los hechos objetivos en su integralidad para tomar una decisión.

Nótese que, sobre el mismo hecho, la ética de cada profesional demanda condiciones distintas, el psicólogo debe centrarse en la persona, el perito forense en la evidencia y el juez en la objetividad y todos están actuando de manera ética según su profesional. Actuar en contrario sería antiético.

Si el perito forense se deja llevar por el dicho del enjuiciado y no valora la evidencia estaría emitiendo un criterio falso, o bien, si el juez absuelve al enjuiciado por “lástima” y no valorando los hechos objetivos vulneraría los principios éticos más sagrados de su profesión. Entonces,

¿Para qué es necesario hablar de ética profesional?

Para poner límites en nuestro actuar y buscar un equilibrio. Un claro ejemplo es la ética médica, en donde la ciencia para avanzar muchas veces requiere hacer pruebas experimentales, pero en todo momento debe respetar la dignidad humana. Nadie discute la necesidad de probar nuevos tratamientos y medicamentos en seres humanos, procurando encontrar medicinas novedosas que curen enfermedades y salven vidas, pero en esta búsqueda es necesario poner límites y condiciones, tales como los establecidos en la Ley reguladora del consentimiento informado y los derechos del paciente. El paciente tiene derecho a recibir toda la información completa y veraz del tratamiento médico que va a recibir y decidir si voluntariamente se somete a dicho procedimiento.

Vanos serían los avances médicos logrados a partir de estudios aplicados en seres humanos que vulneren sus derechos fundamentales, sean ejecutados sin el consentimiento del paciente o incluso se vuelvan una forma de tortura.

Durante la época nazi, y aún en nuestra actualidad, se realizaron experimentos en nombre de la medicina en prisioneros de guerra o personas en campos de refugiados, que muchas veces acabaron con sus vidas.  ¿Son los resultados de estos estudios, obtenidos de la sangre de sus víctimas un avance para la medicina? Definitivamente no. Los términos técnicos no son objeto de discusión, pero sí la ética con la cual fueron aplicados, y es aquí en donde entra la ética profesional en ejecución.

¿Cómo se materializa la ética profesional?

Los colegios profesionales son los encargados de velar por el actuar ético de cada uno de sus miembros, y para ello emiten códigos de conducta, poseen una potestad sancionatoria que aplican a través de las fiscalías y finalmente, cuando el valor vulnerado es de interés, no solo del gremio sino de la colectividad, las leyes de un país.

Por ejemplo, no contribuir con los gastos del Colegio es un deber ético de todo agremiado, cuyo incumplimiento se le aplica una sanción administrativa como la suspensión del agremiado, sin embargo, conductas más graves como que un Contador Público falsifique un estado financiero conlleva sanciones disciplinarias de parte del Colegio, pero también persecución penal por el delito de falso testimonio, e incluso responsabilidad civil si producto de esos estados financieros falsificados se generaron pérdidas económicas para un tercero.

¿Tengo deberes éticos para con el Colegio Profesional?

Innegablemente sí, incorporarse a un Colegio profesional no es el “cumplimiento de un mero requisito”, es un compromiso a lo largo de la vida profesional. Cuando nos incorporamos a un Colegio formamos parte de un gremio, de un grupo humano y es nuestro deber velar por el desarrollo de la profesional que escogimos como plan de vida. Esos deberes implican el pago de la colegiatura, pero no se limitan a ello, sino también a participar activamente en las reuniones, en la toma de decisiones, en el desarrollo profesional. Un profesional podría preguntarse

¿Si mi conducta es ética por qué me tengo que preocupar por el actuar de los demás?

Pues bien, la primera obligación que como personas profesionales tenemos es cumplir de manera individual con nuestros deberes éticos, sin embargo, también estamos obligados a velar porque nuestros colegas lo hagan y plantear las denuncias respectivas cuando se incumplan estos deberes. Ello es así por un principio de solidaridad, el actuar incorrecto de un profesional, afecta la credibilidad social de todo el gremio. Cuando un médico incumple con sus deberes para la sociedad se afecta el gremio de médicos, cuando un juez es corrupto la ciudadanía pierde credibilidad en el sistema judicial, cuando un contador altera información el sistema financiero nacional desconfía del trabajo de todos los profesionales en ciencias económicas.

El actuar antiético de un profesional afecta al gremio en su globalidad y por lo tanto, es deber de todos los demás ser fiscalizadores y plantear las denuncias que correspondan cuando un colega actúa de forma incorrecta y prestar la colaboración al Colegio profesional para que ejerza sus tareas de fiscalización.

¿Cuáles son los deberes éticos para con mis clientes?

El actuar ético frente al cliente debe ser el más relevante de todos, e implica muchos ámbitos. Hablar con la verdad, dar la información completa y veraz para que pueda tomar las decisiones correctas, aun cuando eso implique que no seguirán contratando nuestros servicios. Capacitarse continuamente, un profesional que brinde un servicio para el que no está capacitado o se está desactualizado es una falta ética para con el cliente y para con el gremio, es nuestro deber como personas profesionales estudiar constantemente para brindar el mejor servicio posible, máxime en un mundo tan cambiante como el actual. Cobrar lo justo, no excederse en cobrar caprichos, pero tampoco llegar a los extremos de cobrar menos de lo legal para incurrir en competencia desleal, nuestros clientes deben preferirnos por nuestra capacidad técnica no por ser los “más baratos”. Trato amable y cordial, en todo momento, sea cuando se les debe informar de cosas positivas o de cosas negativas.

La ética define quienes somos realmente, y guía nuestra conducta en todo momento, y debe existir concordancia siempre. No es aceptable que una persona que sea “ética” en su vida personal pero antiética en su vida profesional. No se puede presumir de ser honesto en la congregación religiosa, pero incurrir en malversación de fondos con los dineros de la empresa para la que trabaja.

La ética en nuestra profesión deviene de nuestra ética personal, y la gran mayoría de profesionales se esfuerzan por brindar un buen servicio y hacer las cosas de forma correcta, a pesar de ello, siempre existe un grupo reducido de personas que atentan contra los valores inherentes de la profesión para alcanzar otros fines, razón por la cual todos los demás debemos actuar en conjunto para sancionarlos y evitar que esas situaciones se repitan.

Cuando defendemos la ética profesional defendemos el gremio y su legitimación ante la sociedad y finalmente, nos defendemos a nosotros mismos, y la profesional que escogimos como nuestro plan de vida.

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